¡Terminamos ya el curso! El último día para poder subir trabajos será el día 8 de Mayo a las 23:59. A ponerse las pilas que ya queda poquito!!!!

sábado, 17 de octubre de 2009

ESTO ES TELEVISIÓN I PARTE

ESTO ES TELEVISIÓN I PARTE




Índice:



1. La Fuente del Poder.

2. La Música como espectáculo.

3. Divulgar, una tarea.


4. Llenar el ocio.





INTRODUCCIÓN:



Antes que ciudadanos de tal o cual país, personas dedicadas a tareas diversas, e incluso antes que hombres o mujeres, podría decirse que los seres humanos de la sociedad de consumo somos televidentes: espectadores-siempre potenciales y en muchas ocasiones asiduos- del universo de imágenes que cada día y en nuestra propia casa nos muestra la realidad como espectáculo. Apoyada en un desarrollo tecnológico incesante y pese a su corta historia, la televisión ha llegado a convertirse en el nuevo púlpito, el gran supermercado y uno de los principales instrumentos de la industria del ocio.







Punto 1: La fuente del poder



Entre las tres misiones básicas adjudicadas tradicionalmente a los medios de comunicación-formar, informar y entretener-, la información desempeña en las televisiones un papel fundamental, que no se corresponde con el porcentaje de tiempo que ocupa en el total de sus programaciones, dominadas, principalmente por los espacios de entretenimiento.




Quien “posee” la llave de la información de un país ostenta el poder, tanto más cuanto más totalitario sea el régimen político imperante. Los regímenes autoritarios necesitan y utilizan los mecanismos de intercambio de noticias de la sociedad. Por el contrario, los gobiernos democráticos pueden ofrecer una imagen más desorganizada de su información, como producto de la tendencia de los poderes y cuerpos del Estado al interconectarse en el ámbito de la noticia, y de las células de participación ciudadano.

Cuando en España se puso en marcha la televisión, bajo el régimen del general Franco, algunos políticos intuyeron enormemente la importancia del medio en un país de baja lectura de periódicos diarios y con unas radios privadas que tan solo podían transmitir las noticias de la emisora oficial. La credibilidad de la televisión solo tenía entonces un límite: la escasez del “parque” de receptores existentes en España.






La idea de los teleclubs, instalando un televisor en locales públicos de numerosos pueblos del país, consiguió hacer del medio el gran instrumento propagandístico que el gobierno necesitaba. La instalación de los teleclubs en los pueblos de España consiguió una penetración de la televisión en los medios rurales más rápida de la que hubieran permitido las leyes de la oferta y la demanda.




La información en televisión cuenta con elementos diferenciadores con respecto a cualquier otro medio de comunicación. En su aspecto negativo, las limitaciones geográficas que determinan el alcance de su emisora. En el positivo, la instantaneidad del mensaje en el tiempo, en contra de la información escrita que los lectores conocen en momentos diferentes a los de producirse la noticia. Además está el complemento visual de la noticia, que añade un aliciente subjetivo para el receptor, casi siempre de tipo emocional, muy raras veces presente en el periódico escrito o hablado. Y quedaría un último factor, señalado por Maury Green en su obra Periodismo en TV: el culto a la personalidad.





Casi todas las noticias que aparecen en la prensa escrita son anónimas. Algunas llevan la firma de su autor, y muy pocas la imagen del mismo. Tan solo algunos personajes muy populares consiguen que el público relacione su persona con la información que ofrecen. En televisión, este inconveniente no existe, ya que la noticia es ofrecida por un rostro y una voz conocidos, por una persona de la que muchas veces se conocen sus gustos, aficiones, filiación política y talante personal. Además, el tono de voz y la expresión al ofrecer una información delatan los sentimientos del presentador hacia el tema, e influyen en el público receptor.






Este fenómeno es potenciado y fomentado por las grandes cadenas, ansiosas de ganar porcentajes de audiencia y, en consecuencia, ingresos publicitarios.




Las encuestas callejeras que prodigan las televisiones suelen carecer de las más mínimas exigencias de la ciencia sociológica. Pero producen un enorme impacto en el espectador.





Además, la forma de presentar los informativos, alternando la presencia de estas “estrellas” de la información con las mejores y más impresionantes filmaciones posibles, convierte el noticiario en parte de un espectáculo. Los principales estilos informativos en la televisión podrían reducirse a los básicos de cualquier otro medio de comunicación: la noticia, como elemento básico de todo programa de información; el reportaje, en todas sus variantes; la entrevista; la encuesta; la “mesa redonda”, y todo tipo de programas-coloquio; la crónica; el comentario, editorial o con firma, y la crítica. Una de las fórmulas preferidas por las televisiones para abordar los grandes temas es el de la mesa redonda o el debate, mano a mano, en directo.




Los informativos de televisión son la gran fuente de poder que maneja el medio. Manipulados por un experto, pueden ganar elecciones o derribar gobiernos.






Todos ellos aparecen mezclados cada día en los telediarios, informes especiales, reportajes y coloquios que salpican la programación habitual de cualquier emisora. Los periódicos de todo el mundo combinan las mismas noticias con los mismos formatos, pero ninguno consigue la repercusión que ofrece la televisión, capaz de entrar en todos los hogares, de ofrecer las noticias y de resaltar su atractivo entre “suculentos” programas de entretenimiento.






2/ LA MÚSICA COMO ESPECTÁCULO


Resulta curioso que el punto flaco de los musicales de televisión sea precisamente el sonido. Mientras la radio ha luchado por aumentar su calidad sonora. Ante la baja calidad de los receptores, las emisoras tampoco han cuidado mucho sus índices de fidelidad de sonido. Ante esta alarmante falta de calidad en la toma y reproducción del sonido directo, la mayor parte de las televisiones han optado por el camino del “play- back”, o música grabada, con el que hoy en día se cubre un masivo tanto por ciento de los programas musicales.





Paralelamente, la televisión ha jugado hasta la saciedad con su gran baza compensadora: la imagen, haciéndola ganar en espectacularidad para suplir la posible mediocridad sonora. La transmisión televisiva de música clásica tiene la ventaja de la facilidad para aislar visualmente las diversas secciones de la orquesta que en un momento determinado adquieren un papel protagonista. Así, además de llevar el clima de un concierto a un público habitualmente alejado de este tipo de música, permite al experto contemplar primeros planos inéditos y dar realce visual a lo que habitualmente solo aprecia con el sonido.

En cuanto a la música ligera, se trata de un género difícil que casi siempre es preciso de arropar con motivos extramusicales (por ejemplo Estudio abierto en España). En estos, los escenarios más o menos lujosos, los ballets como complemento, un acertado juego de luces, etc. Y cuando se ha intentado ofrecer la música sin esto adornos, el producto ha resultado casi siempre un fracaso.

Los programas musicales son hitos fundamentales en la historia de muchas televisiones. En España, por ejemplo, el primer programa musical apareció el mismo día de la primera emisión: el 28 de Octubre de 1956, en el que actuaron los Coros y Danzas de la Sección Femenina del Movimiento, la orquesta de Roberto Inglez, la cantante Mona Bell y el pianista José Cubiles.

El ballet, por ejemplo, necesita cuando se realiza con destino a la televisión, unos planteamientos coreográficos distintos a los tradicionales, pues las cámaras de TV pueden tomar ángulos inéditos que el espectador de un teatro nunca podría apreciar.

La revista “Aplauso” es un ejemplo de cómo el arropamiento visual eleva el nivel de un programa musical, que basa gran parte de su éxito en la espectacularidad y belleza de sus imágenes.








3/ DIVULGAR, UNA TAREA



Un estudio sociológico publicado en España por la Revista de Documentación Social, puso ya de manifiesto que la mitad de los españoles adultos no lee un libro nunca o casi nunca. Sin embargo casi todos permanecen de dos a tres horas diarias ante el televisor.




La utilización cultural del medio televisivo es una de sus grandes posibilidades. Sin duda, el mayor acierto en este terreno se ha conseguido con la “vulgarización” de las grandes obras de la literatura universal, tanto dramáticas como biográficas o históricas, “adornadas” para hacerlas asequibles a un gran público más acostumbrado a la fantasía de las obras de ficción que a la realidad histórica. Por ejemplo, la adaptación de El Quijote al mundo de los niños, a través de una serie de dibujos animados, ha sido el mejor vehículo cultural que esos programas infantiles en los que se pretende acercar al niño a los libros con técnicas más propias de espectadores ya formados.






Pero, en términos de difusión, mayor ha sido el impacto logrado por los temas de flora, fauna y ecología. Series como Mundo Submarino, creada por Félix Rodríguez de la Fuente, llevaron a millones de hogares los problemas de la conservación de la Naturaleza, maltratada por el hombre. Ante el éxito de trabajos como éstos, otros muchos naturalistas han intentando ampliar o repetir la experiencia, con desigual resultado técnico y científico, pero siempre con buena acogida del público.





Un tercer campo en el que las tareas de divulgación cultural de televisión han conseguido buenos resultados es el de la medicina preventiva. La divulgación en la pequeña pantalla de sintomatologías y remedios contra determinadas enfermedades proporciona resultados sorprendentes. Los temas paramédicos consiguen una audiencia muy amplia, como lo demostraron en su tiempo tres programas de la televisión española: Escuela de Salud, Más vale prevenir y Un mundo para ellos, este último dedicado al mundo infantil; los tres ocuparon en numerosas ocasiones el primer puesto en los paneles españoles de aceptación semanales.

Sin embargo, el empeño de convertir la televisión en sucedáneo del libro está abocado al fracaso. La lectura personal es, con toda certeza, el primer peldaño en la introducción del hombre al mundo de la cultura. Novelas, obras dramáticas… se dirigen al lector en la tranquilidad de su hogar, o al espectador teatral ante le mundo mágico de las candilejas, mientras que la adaptación televisiva de cualquier obra literaria busca la vulgarización de sus elementos más destacados entre la gran masa.




La televisión puede incitar en último término a la lectura, pero nunca podrá reemplazarla. La insistencia en realizar programas de divulgación y crítica de libros parece tan solo una forma de “disculpa” ante el mundo literario, por la enorme competencia que la televisión le hace. Y eso que los libros que más de venden en el mundo son las novelas, antiguas o recientes, que se convierten en series de televisión. Las listas de libros más vendidos, guardan casi siempre una estrecha relación con la programación de la televisión. Por ejemplo, “Raíces y Yo”, “Claudio”, fueron éxito en las pantallas y en las librerías.






4/ LLENAR EL OCIO


Para delimitar la parcela de los denominados programas de entretenimiento, las emisoras de televisión suelen proceder a una cómoda operación de resta: del total de horas que constituyen la programación se van descontando los sectores ya fijos (informativos, culturales, deportivos, dramáticos, musicales, infantiles, juveniles, religiosos, etc) y lo que queda se adjudica al denominado entretenimiento.





Habitualmente, el núcleo de éstos programas debería incluir los musicales y los infantiles. Lo normal es que no lo hagan. Lo único que aparece casi siempre en esta área son los concursos y cualquier otro tipo de programa atípico sin clasificación en otro sector. En realidad, los concursos alimentan un mundo característico, una de las grandes armas tanto de la radio como de la televisión. Un buen concurso para imprescindible a la hora de realizar la distribución de horarios en una emisora, y junto a él 3 o 4 concursos menores, con premios más moderados y pretensiones mínimas. Pretenden para captar la atención de del oyente a través de: premios sustanciosos, concursantes “telegénicos” y un presentador adecuado.






Por ejemplo: Un, dos, tres, responda otra vez es el prototipo de concurso televisivo que contó con tres elementos fundamentales para triunfar: buenos premios, adecuado presentador y buena visualización de su desarrollo.

Cuando a las emisoras de televisión se les acaban los concursos, los programas atípicos y el resto de sus especialidades, recurren siempre al cine comercial. Los espectadores no acuden a las salas regulares de proyección porque “consumen” el cine en casa. Entonces lo que hacen las distribuidoras es intentar limitar esta competencia, exigiendo cierta antigüedad a las películas proyectadas.





Las emisoras de televisión por cable tienen también en este recurso una de sus mejores armas para competir con las grandes cadenas, y la industria cinematográfica de que su supervivencia exige, precisamente, un cambio profundo en su forma de comercialización: menos películas para esos locales y muchas más producción para el gran público, es decir, para la televisión precisamente.





En cierto sentido se trataría de toda una nueva concepción del papel social del cine, reorientando sus posibilidades de medio de información y de educación hacia el mass media actualmente con mayor número de espectadores: la televisión.

Con todo esto, la cartelera de cine tradicional va perdiendo interés ante la cartelera del cine ofrecido por televisión.









BIBLIOGRAFÍA:

- AISBERG,E.: ¿ La Televisión?....¡Pero si es muy fácil!.

- BORQUE,A.: TV al alcance de todos. Madrid, editoral Paraninfo, 1981.

- CEBRIÁN,M.: Diccionario de Radio y Televisión. Madrid, editorial Alhambra, 1981.

- MARTÍNE ALBERTOS, José Luis,: El mensaje informativo. Barcelona, Asesoría Técnica de Ediciones, S.A., 1977.

- SCHURE,A.: TV Básica. Barcelona, Boixareu editores. Marcombo, S.A.






YOLANDA DOMÍNGUEZ (2 BACH "A") Y CRISTINA ROCHA (2 BACH"B").

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